Un nuevo curso empieza y con él nuevos
proyectos, iniciativas, trabajos divertidos que realizaremos de forma conjunta.
El presente blog pretende ser una
herramienta complementaria de aprendizaje e intercambio de conocimientos. En él podrás
encontrar comentarios, actividades de diversa índole, noticias de interés, propuestas de
lectura, enlaces a páginas web, relacionados con la clase de Lengua Castellana.
Comencemos con esta página de la novela Carmen Martín Gaite, Nubosidad variable, para ir abriendo boca:
Comencemos con esta página de la novela Carmen Martín Gaite, Nubosidad variable, para ir abriendo boca:
A ella le gustaba inventar palabras y desmontar las que oía por primera
vez, hacer combinaciones con las piezas resultantes, separar y poner juntas las
que se repetían. Las palabras un poco largas eran como vestidos con corpiño,
chaleco y falda, y se le podía poner el chaleco de una a la falda de otra con
el mismo corpiño, o al revés, que fuera la falda lo que cambiase. Alternando la
“f” y la “g”, por ejemplo, salían diferentes modalidades de paz, de muerte, de
santidad y de testimonio: pacificar y apaciguar, mortificar y amortiguar,
santificar y santiguar, testificar y atestiguar; era un juego bastante
divertido para hacerlo con diccionario. Algunos corpiños como “filo” que quería
decir amistad y “logos”, que quería decir palabra, abrigaban mucho y permitían
variaciones muy interesantes. Ella un día los puso juntos y resultó un
personaje francamente seductor: el filólogo o amigo de las palabras.
Lo dibujó en un cuaderno tal como se lo imaginaba, con gafas color malva, un sombrero puntiagudo y en la mano un cazamariposas grande por donde entraban frases en espiral a las que pintó alas. Luego vino a saber que la palabra ‘filólogo’ ya existía, que no la había inventado ella.
Lo dibujó en un cuaderno tal como se lo imaginaba, con gafas color malva, un sombrero puntiagudo y en la mano un cazamariposas grande por donde entraban frases en espiral a las que pintó alas. Luego vino a saber que la palabra ‘filólogo’ ya existía, que no la había inventado ella.
-Pero da igual, lo que ha hecho
usted es entenderla y aplicársela -le dijo don Pedro Larroque, el profesor de
Literatura-. No deje nunca el cazamariposas. Es uno de los entretenimientos más
sanos: atrapar palabras y jugar con ellas.
O sea, que le daba alas. Y ella les daba alas a las palabras,
porque era su amiga, y porque ser amigo de alguien es desearle que vuele.
Carmen Martín Gaite, Nubosidad variable
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